Un viejo molino, ya no escucha al aire.
Le pesan sus hombros en manos de nadie.
Y aunque mira alto, el cielo no ve.
Flaquean sus fuerzas y pide en silencio, el volver a ser.
Sus aspas se mueven una y otra vez, con giros pequeños, momentos de ayer.
El viejo molino llora su destino.
Se siente oxidado, voluble, cansado.
Y aquel que le observa lo mira curioso.
¿Cual será su historia?
De lluvia o de frío, de calor y sol, de campo o de río.
Lo cubren las zarzas, esencia de moras, que lo hacen presente.
¿Dónde? Aquí, ahora.
Quizá con las nubes, quizá con el aire , lazos que le envuelven ,
sonidos tan suaves deslizan sus aspas que ya no se esconden.
El viejo molino abriga al paisaje, sonríe de nuevo pensando en su viaje.
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