Mis letras viajeras

Vuelven a mí.

Con sus voces, sus bailes, de la mano y en corro, en parejas, a solas;

están ahí.

 

Juegan al son de mi pensamiento, sin elegir el momento de aparecer.
No puedo prescindir de ellas, me hablan también en el silencio de cada rincón.

Forman parte de mí.

 

Una maravillosa balada de sonidos donde las letras adquieren un sentido desde la lectura en la que viajas,

desde la escritura que se desliza entre ellas con su personal perfume, sin permiso.

 

Sin omitir la belleza entendida o no entre las experiencias vividas.
Como las teclas de un piano o el rumor escondido.

 

El sonido de la guitarra con sus contrastes,

así se disfrazan de arte y se asoman curiosas.

 

No tienes que buscarlas, te encuentran y te dejas llevar.
Y te sientes libre.

 

 Entonces haces con ellas el regalo que te hace sentir y ser feliz.

 

El que Mamá y Papá me inculcaron con sus palabras, sonrisas, bailes y letras.
Como una balada de amor por y para seguir en su lección de ser y compartir.

 

Reunirnos al amanecer o al anochecer,

simplemente son sus inesperados y mágicos momentos.

 

Y para ti inigualables en el tiempo,

que sólo es el tuyo.

 

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