Sentir la Semana Santa nos invita a un viaje intenso, interior de fe; donde dejarse llevar es el camino para amar y volver a ser.
Dolor, muerte y vida nos abrazan tras una pausa; un momento eterno, tuyo.
Las sombras retornan en un rostro vivo y caminas hacia él.
Celebrando, compartiendo a partir de una lágrima envuelta en una profunda oración.
Y elevas tu espíritu para encontrarte contigo mismo.
Aprendiendo de la escucha en el silencio de la devoción de una madre con su hijo, que hará de nosotros un alma que ya no viajará en vano; sino que recorrerá los más recónditos rincones del corazón del mundo que tanto necesita su guía.