Sientes al viento flotando,
rozando a la lluvia,
llorando las lágrimas que el río recoge en su cauce.
Y oyes sus voces,
escuchando sus pasos,
reflejando sus aguas,
como un enorme cristal.
Y en ese instante,
rompiendo el silencio de la tarde,
aparece majestuoso,
un maravilloso paisaje de color;
hojas anaranjadas, amarillentas…
Belleza inquieta que responde al crujido de la que está seca,
y la suavidad de las que van cambiando su verdor,
haciendo un guiño a la estación.
Te saluda invitándote a salir,
con tu nuevo chubasquero de cuadros azules.
Aceptas que la brisa del otoño,
juegue con tu pelo alborotándole,
y recibas a los grises y juguetones nubarrones.
Miras hacia el cielo y suspiras,
cuando esas gotas de agua,
humedecen tu cara y entonces, respiras…
Todo tiene su por qué,
nos paramos a pensar,
porque así avanzamos.
Y sonríes por lo que está aún por descubrir.