Esta gran leyenda tiene comienzo en el siglo XV. Un hombre sevillano, había decidido una mañana salir a cazar como de costumbre. Este se encontraba en la Villa de Almonte, concretamente en un sitio llamado la Rocina.
Él tenía unos perros, que comenzaron a ladrar sin razón aparente, pero tampoco se atrevían a avanzar, por lo que decidió ir él. Al llegar se encontró la imagen de la Virgen en un árbol, decidió cogerla y llevársela a Almonte. El hombre estaba agotado asique se quedó dormido antes de llegar. Al despertar no tenía a la Virgen consigo. Lo que hizo fue volver al sitio donde la encontró y, sorprendentemente, ahí estaba.
Aun nervioso decidió volver corriendo a Almonte y contárselo al clero y vecinos. Acto después todos ellos le acompañaron donde se encontraba la Virgen, comprobando así que era cierto. Entre todos decidieron llevarla en procesión al pueblo. Mientras la guardaron edificaron una ermita donde encontraron a la Virgen y, usaron el tronco como pedestal.
finalmente, en el siglo XVII fue proclamada Patrona de Almonte.
En 1653 hubo una gran sequía, y todas las plantas estaban muriendo. Un vecino desesperado decidió ir a la Virgen y pedirle un milagro de lluvia, después de eso comenzó a llover, y así cayó sobre la virgen el rocío de la lluvia siendo conocida así como La Reina de las Marismas.
Se dice que fue Alfonso X el Sabio quien mandó construir la ermita de la Virgen por el 1260. Con el tiempo y gracias a las donaciones, esta fue evolucionando y un siglo después comenzó la asociación con el espíritu santo llamándola Blanca Paloma.