El pueblo

Volver a él,

recorrer sus caminos pedregosos,

inundado de flores silvestres.

 

Olor a tomillo,

sabor a té y a moras de zarza.

 

Coger avellanas

y respirar el olor a manzanas del árbol.

 

El agua fresca de la fuente

que fluye por sus dos caños

sin descanso.

El sonido de las campanas

repicando llamando a misa,

en  el campanario de la iglesia.

El río donde el sol refleja sus rayos,

cerca el lavadero de piedra,

esencia a jabón de abuelas.

Balcones de madera, miradores del horizonte,

las huertas  y al fondo el pequeño cementerio

que mira hacia el cielo.

El silencio roto por el gallo al amanecer,

el aleteo de un pájaro,

un travieso grillo o

por las voces de los niños jugando.

Equilibrio, armonía y belleza,

volver  a mi pueblo .

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