La piscina

Si cerramos los ojos, tan importante para unos y para otros poca cosa, pero ahí está.

Con su gresite azul turquesa y esas incómodas escaleras de aluminio brillando que te queman con los rayos del sol invitándote a zambullirte y que sustituimos bajando por escalones de azulejos de colores.

Con su sabor a cloro o a sal acariciando la piel, ahí está, simulando al mar.

Ofreciéndonos todos sus metros para nadar y sentir que flotamos.

Hacernos volar cuando nos tiramos desde el bordillo y alcanzar al sol al mirarlo.

La pileta como la llaman mamá y papá, dónde se reúne el gentío, dónde se comparten anécdotas e ilusiones.

Observo a la gente que está a tu lado y la veo feliz.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *